La verdadera realeza no se ostenta.
La lleva quien ha vencido su sombra con amor.
La Corona Invisible no se ve,
porque no necesita validación.
No brilla con joyas,
sino con el fuego interior de quien recuerda su origen.
Quien porta esta corona,
ya no busca dominar,
sino alinear.
Ya no necesita demostrar,
porque encarna.
La Corona Invisible se recibe al rendirse al Uno.
Cuando caes de rodillas ante tu alma,
se posa sobre ti sin peso…
y todo lo que haces se vuelve ley viva.

Afirmación del Alma:
Mi reino no es de este mundo.
Coronado por la Luz,
mi sola presencia alinea los mundos.