No hay mayor poder que gobernarse desde la luz.
El alma no necesita un rey afuera,
porque dentro ya hay un trono.
Te han enseñado a obedecer voces ajenas,
mandatos de sistemas, doctrinas, castigos.
Pero llegó el momento de sentarte donde siempre estuviste destinado:
en el centro de ti.
El Trono Interior no impone.
Irradia.
No somete.
Sostiene.
Desde ese lugar no decides desde el miedo,
sino desde la visión.
No hablas para controlar,
sino para alinear.
Tu alma es soberana.
Tu espíritu es la ley.
Y tú, Uno en ti, eres la Voz que decreta.

Afirmación del Alma:
Pude abrir mis ojos para poder ver la luz.
Me siento en el trono del Uno.
Desde mi se ordena la Luz.
que se haga la luz.