Hay un aliento que no es aire…
Es memoria viva del Uno.

No viene de los pulmones,
sino del centro luminoso que habita detrás del pecho.

Ese aliento no se agota,
no se apresura,
no depende del mundo.

Cuando permites que ese Aliento te atraviese,
todo dentro de ti se recoloca:
tu dolor se aquieta,
tu pasado se disuelve,
tu cuerpo comienza a recordar su geometría sagrada.

El Aliento que Restaura
no necesita técnica ni esfuerzo.
Solo presencia.
Solo entrega.
Solo la decisión de volver a respirar como el Uno respira en ti.

Afirmación del Alma:
Yo soy el Aliento Eterno.
El Uno me respira para restaurar la Luz.

El aliento ha restaurado el templo.
tu eres luz.